Durante 100 años, Obras ha cobijado a deportistas de elite, atletas reconocidos por su sacrificio, persistencia y competitividad ante los mejores en su disciplina. En la era moderna, sobre todo, el básquet se convirtió en la actividad principal del club, desde aquellos inolvidables triunfos a fines de la década de los ’70 y comienzos de los ’80, que supieron colocarlos en la cima del Mundo, hasta los actuales proyectos dentro de la Liga Nacional y las inferiores.
Durante cuarenta años, la camiseta Aurinegra fue defendida por grandes glorias del básquetbol mundial, figuras que superaron obstáculos y trascendieron más allá de los límites. Esta nueva era comenzó en 1972, cuando llegó Eduardo Cadillac, quien luego se convirtió en ídolo máximo en la institución de Núñez. Base pícaro, astuto y enérgico, fue considerado la primer gran estrella de Obras, pese a su bajo perfil. Vivió las épocas doradas del club, en las que se enfrentó a los mejores del Mundo, que disputaban la copa William Jones de FIBA. Jugó tres, y siempre terminó en el podio. En 1983, se consagró campeón Intercontinental, tras vencer al Cantú italiano. Más adelante, vivió su primera etapa como entrenador del equipo de Liga Nacional, entre 1997 y 1999. Su segundo período fue entre 2001 y 2004.
Tres años después de la hazaña de Cadillac en la William Jones, el Templo del Rock veía nacer otra leyenda: Hernán Montenegro. Con 20 años, el ‘Loco’ reforzó al equipo que jugó esa copa en 1986. Sin embargo, en el segundo encuentro ante Corinthians, el jugador sufrió una fractura, lo que marcó el final de su primer paso por el Rockero. Más adelante, fue seleccionado en el Draft de la NBA (1998), y logró enloquecer a todo el ‘Dream Team’ estadounidense en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, cuando se pintó un 22 en la cabeza. En 2010, con 43 años, Montenegro regresó al Aurinegro y revolucionó el básquet local. Se transformó en el jugador más longevo de la Liga Nacional, en el encuentro ante Lanús, y disputó tres compromisos más en Liga de las Américas. Luego, se retiró definitivamente, con la negra y amarilla.
Otro de los grandes jugadores de nuestro país que se vistió de Aurinegro fue Juan Espil, durante la temporada 2009/10, en la cual compartió plantel con Montenegro. A pesar de sus 42 años, el implacable tirador estaba intacto. Promedió 14 puntos en 45 partidos y 26 minutos por juego, algo realmente increíble para alguien de su edad. El bahiense tuvo una aclamada carrera en la LNB, España e Italia. Además, representó a la Selección Argentina en dos Mundiales y tres FIBA Américas. Su acción más recordada sucedió sucedió ante el Dream Team, cuando recuperó una pelota y metió una bandeja sobre Michael Jordan en contraataque.
Con Espil y Montenegro, aquel año, también hubo dos miembros de la Generación Dorada: Gabriel Fernández y Juan Ignacio Sánchez. Gabi, con 34 años, firmó 12.2 tantos y 4.9 rebotes de media en 41 apariciones. Pepe, por su parte, jugó nueve partidos, pero fue suficiente para demostrar toda su calidad. Promedió 4.8 unidades, 6.1 asistencias y dos robos de balón a los 32 años. Aquellas actuaciones significaron el regreso del armador a la Argentina, tras 14 temporadas en el exterior y un breve paso por la NBA.
Aunque no fue un dorado, porque no estuvo en Atenas 2004, Pablo Prigioni también cuenta como parte de aquella ganadora Generación, ya que trajo el bronce en Pekín 2008 y logró una gran carrera en la Selección hasta el Mundial de 2014. El cordobés fue otro que dio los primeros pasos de su gloriosa carrera en Obras, en la campaña 1998/99. Representó al club en 59 partidos, con una media de 14 puntos, 3.5 asistencias y 3.5 recuperos. Más adelante, se desempeñó en cuatro equipos europeos, entre ellos Baskonia y Real Madrid, y emigró a la NBA a los 35 años, lo que lo convirtió en el ‘novato’ más veterano.
Al igual que Prigioni, Juan Gutiérrez logró medalla de bronce en los Juegos de Pekín. El ala pivote debutó en el club a los 18 años, y no tardó mucho en emigrar al viejo continente. Al regresar, ganó dos trofeos de Jugador Más Valioso de la fase regular (único jugador de Obras en lograrlo), se consagró campeón de la Liga Sudamericana y llegó a las Finales de la LNB, ambas en 2012. Colgó las zapatillas con sólo 31 años, por sus problemas en la cadera. Aún así, sus méritos lo incluyen como uno de los emblemas históricos de la institución.
Leonardo Gutiérrez tuvo un efímero paso por Obras en la 2003/04. Aunque no se lo recuerda mucho por su tiempo en el Templo del Rock, el ala pivote dejó buenas impresiones, y llevó al Aurinegro hasta las semifinales ese año. Además, disputó 46 cotejos, y promedió 19 unidades y 6.1 tableros. Luego de aquella temporada, Leo obtuvo la medalla de Oro en Atenas. Gutiérrez se retiró este año, como el máximo ganador de la Liga Nacional (10 títulos) y el jugador con más presencias en la LNB (1.106).
Finalmente, se debe reconocer a la última gloria olímpica que arribó a Avenida Libertador: Walter Herrmann. Tras el campeonato obtenido con San Lorenzo, el Conde llegó a Obras en busca de continuar con su larga y exitosa carrera, en la que se destacan cuatro temporadas en la NBA, dos títulos en la ACB española y dos más en la liga argentina. El alero fue muy importante para el equipo, con sus 15.6 tantos y 5.7 rebotes por partido en 53 juegos. Más allá de no haber sido suficiente para alcanzar los playoffs, Herrmann también ayudó a desarrollar a los jóvenes proyectos del club, como Luca Valussi, Francisco Barbotti o Tomás Cocha.