De la misma manera que el sueño y el metabolismo tienen su ciclo durante el día, el rendimiento físico sufre sus altibajos. Para la mayoría de las personas, el mejor momento para hacer ejercicio es el único que tienen, pero si se pudieran elegir la hora más propicia para la actividad física, ¿qué le recomendaría la ciencia?
En los deportistas entrenados, existen picos de rendimiento durante el día. Por ejemplo: los récords de velocidad se suelen romper entre las 19 y las 21 horas, porque es el momento máximo de capacidad de esfuerzo, resistencia y velocidad.
Las personas son “matutinas” o “vespertinas”, esto también vale para el ejercicio físico. La recomendación es no “obligar” al cuerpo a despuntar el día con una rutina agotadora.
Los deportistas mañaneros son los más perseverantes según la ciencia. Empezar el día con ejercicio tiene más ventajas, estamos en mejores condiciones porque el cuerpo esta descansado, y esta energía nos inunda durante varias horas.
Otras investigaciones apuntan el atardecer como el mejor momento para moverse, pero siempre hay un “pero”. Aquel que sale del trabajo y va al gimnasio lleva la carga del estrés y el cansancio, no llegan a relajarse y el ejercicio les suma sobrecarga.
Por otro lado, la actividad física nocturna de alta intensidad no es apta para desvelados, una clase de spinning a las 21 es una inyección de energía para un cuerpo que está preparado para dormir. Se aconseja terminar la actividad unas dos horas antes de acostarse.
Para gran parte de las personas, el almuerzo es el recreo ideal. La recomendación es comer después del ejercicio, y evitar la actividad al aire libre, porque de las 11 a las 16 horas los rayos de sol son peligrosos.
Resta encontrar cuál es la hora óptima para cada uno, de acuerdo con sus hábitos y su reloj interno. Pero los beneficios son tantos, que lo más importante es hacerlo y sacar unos 30 minutos cada día.