Jereme Richmond reforzó a Obras Basket a fines de enero, luego del corte de Alex Franklin. Tras una experiencia en el básquetbol dominicano, y otra anterior en la Premier Basketball League de Estados Unidos, el alero de 26 años se mudó a Buenos Aires esperanzado por encaminar una carrera profesional en la Liga Nacional. Desde entonces, se fue consolidando como una pieza clave en la rotación de Gregorio Martínez.
Entre sus mayores virtudes, hay que destacar su polifuncionalidad. Richmond es un gran anotador. Si bien los lanzamientos a distancia no son su fuerte, sus tiros a media distancia son uno de sus fuertes. Aún con una buena defensa en frente suyo, es capaz de lanzar sobre la marca, llevando su cuerpo hacia atrás y sacando la pelota por encima de su frente. Su mecánica de tiro, aunque poco ortodoxa, resulta muy efectiva.
En la pintura, se acomoda bien entre los gigantes, con sus 2.03 mts. de altura, y resulta de gran ayuda para asegurar rebotes. Además, es un jugador de buenas capacidades físicas. Corre la cancha y se eleva a importantes alturas en sus saltos. Aporta energía en defensa, se mueve rápido y cierra espacios. Puede defender su aro y bloquear tiros, aunque no es su mayor fortaleza. Otra virtud es su buena ubicación en la cancha. Prácticamente no utiliza el drible, prefiere mover la pelota antes que intentar desequilibrar picando la bola.
En cuanto a su carácter, es un jugador impulsivo y a veces precipitado, pero su entrega y respaldo a sus compañeros es siempre total. Las difíciles experiencias de vida que tuvo en su natal Illinois lo han llevado a convertirse en una persona fuerte y reservada. En Obras, sin embargo, se siente respaldado. ‘Me gusta jugar en esta ciudad y en este club, todos me tratan muy bien. Estoy muy agradecido de estar acá’, dijo luego de la victoria con Olímpico en El Templo del Rock, luego de lograr 23 puntos y 14 rebotes.