Reclutado en enero de 2014, con 16 años, Fernando Zurbriggen ordenó su vida acorde al ritmo que exige el Club Obras. Finalizó el colegio secundario en el Instituto, jugó en las inferiores y se ganó un lugar en el equipo de primera de Obras Basket. Actualmente, ya con 20 años, el santafesino es una de las figuras del equipo que dirige Gregorio Martínez, pero además, estudia la carrera de profesorado en educación física que ofrece el Instituto Obras. Luego de tres años, el armador aurinegro lleva sus estudios al día, y se ilusiona con recibirse pronto.
Los esfuerzos de Fernando traen sus recompensas. Pocos atletas consiguen equilibrar sus vidas entre el desgaste físico que realizan a diario, como deportista de alto rendimiento, y la dedicación que requiere la formación terciaria o universitaria. Entre los partidos, el gimnasio, los viajes y las prácticas, además del estudio, cada día es distinto en la vida del base aurinegro. Pese a las dificultades que afronta el jugador y estudiante para establecer una rutina, sobre todo en plena temporada regular, Zurbriggen es una persona organizada, y planifica sus semanas con éxito. En esta ocasión, se le hizo un seguimiento al número cinco de Obras Basket durante una jornada completa, en la que entrenó y cursó.
Luego de una gira por Mar del Plata y Bahía Blanca, el equipo gozó de una mañana libre. Aún así, Fernando acostumbra levantarse temprano y comenzar su día con otras actividades. El protagonista atiende la puerta de su departamento, cómodamente ubicado a unas cuadras de Obras. Lo hace con su sonrisa característica, y el buen humor que lo acompaña desde las primeras horas del día. «Normalmente tomo algo y voy al club a desayunar con el equipo, luego hacemos pesas y entrenamos», mencionó sobre lo que hace a la mañana, generalmente. Acompañado por unos mates y galletas de arroz, se propone a disfrutar de la tranquilidad que ofrece su comedor, que tiene una mesa con sillas, un sillón y un televisor, además de adornos y cuadros, uno de ellos de su camiseta de Obras. Su espacio se distingue por el orden y la limpieza, aún en su habitación, donde todas las mañanas tiende su cama. Entre los mates, prende la televisión, mira resúmenes deportivos, y cuando encuentra, algún partido de básquet. Un rato después, acerca unas fotocopias de la facultad, y aprovecha para completar apuntes y resumir.
Más tarde, se dirige al comedor del club para almorzar con alguno de sus compañeros. Al entrar, se saluda con las cocineras, y con los niños del jardín de infantes del Instituto Obras que se acercan a él para chocar su mano. Allí se encuentra con Lautaro Berra, con quien se sienta a comer y charlar. Tras ello, se dirige a su casa para descansar, previo al entrenamiento vespertino. Se relaja leyendo un libro en su sillón durante más de una hora. Después de lavarse los dientes, se dirige al Templo del Rock, donde se viste de amarillo y negro para comenzar la práctica de equipo que les aguarda esa tarde. El primero en tomar el mando el preparador físico Arnau Moreno, para realizar algunos ejercicios de entrada en calor. Luego, Gregorio Martínez charla con el plantel, y comienzan el entrenamiento colectivo, que se extiende por más de dos horas.
Al finalizar el trabajo físico, Zurbriggen toma un baño y se prepara para entrar a la facultad. En primera instancia, cursó la materia ‘expresión artística’. Como puede verse en la foto, los alumnos realizan movimientos indicados por el docente, que aplican al ejercicio de distintos sectores del cuerpo. «Es la iniciación al dominio del cuerpo y el arte», comentó Fernando respecto a su clase. Más adelante tuvo biomecánica, una materia más teórica, aunque es del gusto del jugador.
«Siempre me ha interesado lo que es la actividad física, el movimiento y la educación del cuerpo humano y su composición», contó Zurbriggen, sobre por qué eligió estudiar el profesorado que ofrece el Instituto Obras. «La llevo al día, lo que es muy importante. Tengo el apoyo de muchos profesores y directivos de la institución para acomodar los horarios, sobre todo por el tema de los viajes. Me cuesta mucho cursar, es una lástima que no puedo ir seguido. Cuando estamos afuera aprovecho para estudiar, por suerte no me cuesta sentarme, leer y entender», añadió.
Finalmente, cerca de las once de la noche, Fernando terminó su cursada, y regresa a casa para preparar su cena y descansar, luego de una jornada larga en la que trabajó cuerpo y mente. Dormir al menos siete horas, y comer saludable, le permiten mantenerse enérgico en cada actividad que realiza durante el día.