El Templo del Rock
3 de noviembre de 1978. Una fecha que por sí sola no dice nada, pero que puesta en contexto tiene un significado emblemático. Fue el momento en el que el Rock conoció su casa, su dulce y cómodo hogar. Ese día, Charly García, Pedro Aznar, Oscar Moro y David Lebón (sí, Serú Girán) encendieron la llama del Templo del Rock. A partir de ese hecho, el estadio de Obras Sanitarias empezó a respirar y a nutrirse, además de básquetbol, de música. De las voces y los sonidos de los máximos referentes nacionales e internacionales de la movida.
La mole de Avenida del Libertador 7395, en el barrio de Núñez, vio nacer a bandas que marcaron épocas y formaron generaciones. Con el paso del tiempo, hacer un Obras significó vivir para siempre. Ganar un lugar en la eternidad, un antes y un después en el proceso de legitimación de una banda.
Por su escenario y camarines dejaron huellas artistas y bandas como Charly García, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Andrés Calamaro, Soda Stereo (con Gustavo Cerati a la cabeza), Sumo, Pappo, Luis Alberto Spinetta, Rata Blanca, Los Piojos, Pastoral, Callejeros, La Renga, Los Fabulosos Cadillacs, Almafuerte y Hermética, entre otros. En el plano internacional, el estadio vio pasar a The Police, Ramones, B.B. King, Beastie Boys, Iggy Pop, Iron Maiden, James Brown, Kiss, Megadeth, Motorhead, Red Hot Chili Peppers, Sex Pistols, The Rasmus y Van Halen. La lista es interminable.
Pero en pleno apogeo del rock en el estadio, las emociones de la música se mezclaron con las del deporte. Fueron épocas doradas para el básquetbol del club. En el mismo espacio donde Charly hacía delirar a miles de fanáticos, jugadores como Eduardo Cadillac, Carlos Romano, Esteban Camisassa y Vicente Pellegrino escribieron una de las páginas más importantes de Obras y del básquetbol nacional. Ellos fueron los responsables de levantar la Copa William Jones, el 24 de septiembre de 1983, hace ya 30 años. El equipo enfrentó a potencias mundiales y se transformó en el único equipo argentino campeón intercontinental. En el partido decisivo le ganó a Jolly Colombani Cantú, de Italia, por 89-76, con grandes actuaciones de Romano y Pellegrino, autores de 20 puntos cada uno. Un estadio repleto presenció un triunfo incomparable. Así, Obras alcanzó la gloria y borró la amargura que había sido la derrota en 1978 ante Real Madrid en los últimos segundos de partido.
El Templo del Rock es un lugar donde las sensaciones de la música y del básquetbol confluyen, se amalgaman y se hacen una. Cada rincón guarda una historia distinta, que recuerda algún recital o algún partido memorable. La historia, en estos días, se sigue escribiendo.
Emilio Hamilton para Prensa Obras Basket
FUENTE: «Estadio Obras: El templo del Rock» – Gloria Guerrero
FOTOGRAFÍA: NG fotos por Walter Macchi
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