El más chico de tres hijos, con dos hermanas, creció hasta su adolescencia sin ningún tipo de contacto con la pelota naranja. Su familia, tampoco de tradición deportista, vivió en Luz, estado Minas Geiras de Brasil, hasta que se mudaron Além Paraíba, ciudad origen de su padre, a casi 400 kilómetros de la capital Belo Horizonte. Fue entonces cuando Caique Silva, nacido en el 2002, tomó el básquet para no soltarlo nunca más.
A los 14 años y en el colegio, donde era el más alto de la clase pero no por tanto, la insistencia de compañeros y entrenadores por que empezara a jugar con el aro y la red lo hizo aceptar eventualmente. No solo le gustó jugarlo, sino que se enamoró al punto de que su vida comenzó a girar entorno a ello.
«El primer día que empecé a jugar miré NBA, NBB (liga de Brasil)… cuando no tenía nada que mirar me quedaba hasta tarde viendo videos de YouTube. Iba a los entrenamientos, regresaba y de lo que me faltaba por mejorar buscaba más videos con ayuda de mi entrenador», relató el espigado Silva, que tenía a Hakeem Olajuwon y Michael Jordan como principales referencias en aquella época.
Siguió trabajando, aprendiendo y desarrollándose, hasta que fue a una prueba en un importante club del país y empezó a conocer sus primeros contactos ligados a la disciplina. Pasó la prueba, pero su deseo de una mejor oportunidad con mayores beneficios lo llevó a considerar una primera oferta como reclutado en el Rockero. A pesar de los consejos de su entorno por esperar alguna otra chance en Brasil, dio el sí para aterrizar en Buenos Aires en octubre de 2019.
Sobre la situación que se le presentó, admite que no fue una sencilla: “Fue difícil estar lejos de la familia para poder seguir jugando, pero es una decisión de la que no me arrepiento hasta hoy y me alegro mucho de estar en Argentina haciendo algo que me gusta”.
SU LLEGADA AL CLUB
En su primera semana preguntó si podía ver los entrenamientos de La Liga. Aquel conjunto aurinegro tenía a Lautaro Berra, Pedro Barral, Luca Valussi y Juanpi Venegas, entre otros. «Yo estaba mirando y pensaba ¿Será que un día puedo llegar ahí», se preguntó con 17 años. Justamente esos cuatro jugadores estuvieron presentes para su debut en la máxima categoría del país, temporadas más adelante, a principios de la recién culminada.
“Fue increíble estar haciendo parte del plantel”. Durante el curso llegó a ver minutos en seis encuentros, en varios otros integró el roster, siendo el último de la fase regular ante Platense en el que vio más acción (14) y aportó una conversión de media distancia y cuatro rebotes. A la par, fue el pívot titular del equipo en Liga de Desarrollo.
Acerca de esa mixtura de hacer los procesos en ambos elencos, comentó: “Es muy bueno. Cuando entrenamos en la Liga de Desarrollo tratamos de hacerlo lo mejor posible para cuando llega La Liga estar más cerca de su nivel y ayuda mucho». Con vistas a la próxima campaña, el interno brasileño espera continuar trabajando su físico, la parte de técnica individual y el desevolvimiento en los sistemas del quinteto de Núñez para poder seguir progresando en su joven carrera.