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La gran historia de Diego Ricci

Predispuesto. Con muchas ganas de recorrer las páginas del álbum en el recuerdo de su memoria en la temporada de TNA 1995/96. Aquel interno, capitán y referente que tuvo Obras Sanitarias en sus años de formación y vuelta a las grandes ligas, Diego Ricci, oriundo de Villa Martelli, cuenta sus primeros pasos en el club aurinegro, el recorrido hasta el ascenso a LNB y su sensación de vestir los colores de esta camiseta.

«Yo era tímido y me costaba estar en una cancha. Cuando arranqué a los siete años, al poco tiempo tuve que parar porque no me sentía cómodo. A los nueve retomé con mi amigo Ariel, que iba a probarse a Obras Sanitarias y yo lo seguí a pesar de todo. Ahí arrancó esta historia de básquet, gracias a mi amigo Ariel», se ríe con la anécdota de la infancia, porque ese grupo inseparable de compañeros aprendió a picar la naranja en Florida Club y todavía repiten historias de vida juntos.

Debido a su horario de doble turno en la Escuela Técnica Raggio, Ricci sólo podía entrenar por la noche y a los 15 años ya se codeaba con los integrantes de la primera división. Las temporadas pasaron y él se convirtió en jugador de la casa. Al observar la foto del equipo campeón del TNA, apunta: «Me trae la vivencia de todo lo que pasamos. Fue el comienzo de todo».

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El camino hacia esa serie final fue difícil para Obras, ya que en uno de los choques anteriores, Belgrano de San Nicolás tuvo todo dado para clasificar a la siguiente instacia, pero un triple heroico sobre la chicharra de Leonardo Diebold se lo impidió: «Se puso complicado allá, porque Belgrano tenía la ventaja y el resultado en su manga. Encima sucedió un hecho insólito anterior a la última conversión de ellos, Javier Maretto se fue sólo en la contra y cuando estaba por anotar la bandeja, le tiraron un balde de agua. Claro que el ‘Gringo’ se resbaló con 15 segundos en el reloj y perdimos el balón», sonríe Ricci. «Sin embargo, lo de Leo (Diebold) no fue casualidad. Embocó tres puntos desde una distancia poco frecuente, pero nosotros nos quedábamos luego de cada entrenamiento durante una hora o más lanzando desde la mitad de la cancha. A veces era en modo de juego, en otras nos poníamos serios», agrega con respecto al acierto de Diebold, que destrabó el duelo cuando el tanteador anunciaba el empate y dejó al aurinegro en carrera al tan ansiado ascenso.

Reviví el final del juego entre Obras Sanitarias y Belgrano de San Nicolás:

Con 252 partidos disputados con la camiseta de la institución de Avenida del Libertador, el interno recuerda como si hubiera sido ayer la serie final que culminó 3-1 a favor de Obras ante Estudiantes de Olavarría en casa de su rival: «Cuando ibas a jugar a Olavarría, vos sabías que el estadio se te venía abajo y realizamos nuestra hazaña en su territorio, porque no sólo que ellos comenzaron ganando la serie en nuestra cancha, sino que después la revertimos con los dos partidos allá».

«Nosotros teníamos un equipo que te comía el hígado. El ‘Negro’ (Ezequiel Lamas) se comía la cancha. Hoy lo ves en el banco de suplentes como kinesiólogo de la Liga, pero quiere entrar con las mismas ganas que en esa época. Y si se encontraban con Leo (Diebold) en el partido, te hacían tortilla», así se refiere a la dupla de externos que conformaba el conjunto dirigido por Fernando Duró. «A pesar de ser un plantel corto, nos sobraban agallas. Teníamos jugadores como el ‘Gringo’ Maretto, también estaban Marcelo Mangiacavalli, el extranjero Dennis Still, los hermanos Masieri (Luciano y Leandro) y Raffaelli (Sebastián y Lucas), y Andrés García», se exalta Ricci, que con orgullo explica el vínculo que crearon en ese momento y que continúa actualmente. «Con este grupo siempre nos juntamos mediante un asado y las familias acompañan. Tenemos muchos entrenamientos y canchas compartidas, así que las anécdotas siguen vivas», resalta el padre de Tomás, Nicolás y Nina, junto a su esposa Vanina.

Hace más de diez años que no se desempeña como jugador profesional. Luego de una enfermedad que lo alejó de la competencia, llegó a la conclusión que era hora de vivir el básquetbol desde otro punto: «Tenía cosas más importantes. No fue una lesión física, que me obligó a dejar lo que amo, el básquet. Sino que ya había hecho mucho sacrificio y sentí que era hora de disfrutar a mi familia, que llegara el fin de semana para ocuparme del asado con los amigos y rodearme por la gente que quiero».

Actualmente, en conjunto con el trabajo que preside Fabián Borro, Ricci es el responsable de las inferiores de Obras Basket, donde juega su hijo mayor Tomás, y sigue al equipo de la Liga Nacional partido a partido con su familia desde la platea baja. «Para mí es algo muy fuerte haber jugado tantos partidos para Obras. El amor por la camiseta lo voy a llevar siempre, porque me sigue pasando cuando me pongo la de veteranos. Es un club donde se respira básquet y siempre se trabajó con mucho sacrificio», se emociona Ricci al definir la pasión, que comparte con sus hijos, por ese lugar que lo vio crecer.

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FOTOGRAFÍA PORTADA Y EQUIPO FORMADO: Marcelo Figueras
VIDEO: basquetrecuerdo.blogspot.com

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