Saltó el charco para buscar nuevas historias. Dejó atrás las que ya había recolectado para ir en busca de más. Hace 37 años llegaba uno de nuestros héroes anónimos a la institución. Es el turno de una uruguaya. Es hora de contar la historia de Margot Mosegui.
Montevideo nos acercó a una de sus ciudadanas. Margot llegó en abril de 1978 a Obras Sanitarias para pasar las mejores épocas del rock en el Templo. Una muchacha que arribaba por tres meses a prueba, jamás creería que pasaría una vida de anécdotas en la institución.
«Para mí, Obras es y será mi segunda casa y país. Fue todo», así lo vive la administrativa del Club. En pleno auge, Mosegui pudo presenciar la inauguración del estadio y el instituto. Conoció artistas que tocaron el cielo con su música y la gente los convirtió en leyenda: «Luego del exilio, Alfredo Zitarrosa vino a la Argentina y todas las entradas eran para mí. También tuve la oportunidad de conocer a Charly García de joven».
La música siempre tuvo buen protagonismo en Obras Sanitarias. Había tantísimas actividades que se realizaban al respecto y artistas que pasaban por su escenario. «No hace muchos años, presenciamos el ensayo de Vicentico. Nosotras nos escondíamos para poder mirarlo. Sin embargo, él nos invitó a que nos acercáramos», señaló con respecto a la era de recitales. Otra de sus tareas era recorrer los bancos, debido a que la gente obtenía las entradas en distintos puntos de venta, y debían recolectar así la recaudación.
Pasaron muchas dirigencias, mientras tanto ella sigue ocupando su lugar laboral y ofrece su idea para que el centenario reúna a varios de ellos: «Me gustaría que los 100 años se festejen con una gran fiesta. Es mi sueño que se junten todos los que fueron y los que están. También los campeones de la Copa William Jones».
Recuerda a los que triunfaron en aquel septiembre de 1983 al alzarse con el trofeo «Renato William Jones»: «Yo entré a la fiesta. Estuve en la venta de entradas. Ese equipo era una familia».
Mientras relata su historia y recuerda momentos vividos en el edificio de la calle Paraguay, como en Avenida Libertador, nombra en reiteradas ocasiones ‘el segundo piso’. Aquella sede donde transcurrirían 20 años de su vida en contacto con los socios. «Lucas (su hijo) fue el primer bebé que nació en el ambiente de esa administración. Todos le hacían regalos. Entrabas y veías un moisés. Era una gran familia el segundo piso», comentó Margot. No sólo su hijo presenciaba sus horas de trabajo, sino que en 1984 compartió junto a su marido el mismo lugar laboral: «Estuvo dos años. Era encargado de vestuario. Vivimos los mejores momentos. Después el que se agregó fue Lucas. Empezó en el Sport Club, pasó por otras áreas y finalmente quedó en la tesorería».
Obras tiene historias en todos sus rincones. Escondidas. Listas para ser develadas. Como la de Margot Mosegui, de Montevideo a Buenos Aires.