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Romano: «Estoy de vuelta en casa»

Carlos Romano tendrá la difícil pero atractiva tarea de conducir el proyecto joven de Obras Basket para la próxima temporada de Liga Nacional. Al campeón de la Copa William Jones en 1983 lo desborda la alegría por tener este nuevo desafío y poder volcar toda su experiencia.

«Estoy de vuelta en casa. Acá me formé como jugador, como profesional y como persona, porque desarrollé mi matrimonio y mis hijos pasaron un tiempo hermoso en el club. Se me vienen todos los lindos recuerdos a la mente, sobre todo porque siento mucha identificación», suelta sus sentimientos al comienzo de la charla.

-¿Qué recordás del título de 1983?
-Todo. Siempre agradezco a Dios que la cabeza me funcione y tener memoria. La ejercito mucho, por eso uso poco el celular. Me gusta más entrar en mi mente y en la de las personas preguntando. Previo a la William Jones salimos campeones del Mundialito, porque Brasil organizó en San Pablo el mismo torneo y lo ganamos. Y después vinimos a jugar a Libertador con el equipo cada día más fuerte y nos llevamos el torneo más ansiado, el cual habíamos perdido en el ’78. En el ’76 fuimos terceros. En el ’83 fuimos dominadores de principio a fin. Una anécdota de tantas fue que el partido más difícil fue la semifinal con el Simac Milano. El entrenador era Dan Peterson, y jugaba el que fue técnico de los Lakers, Mike D’antoni.

-¿Cómo lo ves a Obras hoy? ¿Con qué te encontraste?
-Creo que es un club que, con semejante estructura, le puede ofrecer mucho al jugador, sobre todo las posibilidades de mejorar año tras año para llegar a ser un gran atleta. Viene apostando por los jóvenes. Hoy me toca tomar a mi ese camino y apostar por ellos. Yo tengo un lema: uno no madura porque cumple años, sino porque se esfuerza y trabaja para conseguir objetivos. Se puede ser maduro a los 50 o a los 20. Siempre está aparejado el resultado deportivo, pero al final nosotros nos vamos a fijar en si pudimos desarrollar jóvenes para competir a gran nivel y aprender a ganar. Por supuesto que para eso hay que aprender un poquito a perder y a esforzarse. Por otro lado, creo que el club tiene una filosofía de reclutamiento y les otorga muchas facilidades. Tienen todo al alcance de la mano. En mi época me dieron todo lo que tenían al alcance, pero es una situación muy lejana a la que es hoy. Tienen un cuerpo técnico y médico de excelencia, nutricionista, psicólogo, escuela. Nosotros teníamos todo, pero muy distinto a lo que es hoy. En el ’75 o ’76, cuando llegué al club siendo pibe, éramos privilegiados por tenerlo todo. Hubo una secuencia de cracks que pasaron por acá como Cadillac, Raffaelli, Pelandini, Perazzo, Pichi Campana, De Cecco, que aprovecharon todo lo que les dio el club. Casi todos los que te nombré y yo fuimos jugadores de selección argentina por muchos años.

-¿Es un renacer como entrenador?
-No lo tomo como que vuelvo. Lo tomo como que consigo un sueño. Y desde el inicio de temporada, donde uno ya puede ir viendo el sabor que puede tener lo que hace. Pude haber tenido equipos el año pasado, pero ser entrenador no tiene nada que ver con ser jugador. Hay que estar mucho más preparado mentalmente para dirigir todos los días, para conducir a jugadores talentosos y con diferente personalidad y temperamento. Ojalá que todo el tiempo que estuve dando clínicas o que no acepté propuestas de clubes que me quisieron contratar a mitad de temporada o sobre el final, ojalá que todo ese esfuerzo que me guardé lo pueda volcar ahora. Toda esa energía acumulada que me gusta transmitir se la va a llevar el que la quiera aprovechar. Acá tuve muchos entrenadores, pero me acuerdo de Ranko Zeravica, al que ustedes conocen por Google o las redes. Me entrenó desde las 8 de la mañana hasta las 9.30 a mí solo durante dos meses, y me decía «cumplí los horarios porque yo te estoy regalando los míos». Él era campeón del mundo y olímpico con Yugoslavia. Me dejó marcado. Todo entrenador tiene algo bueno y algo malo. Lo importante para el jugador es sacarle todo el jugo al entrenador de la parte positiva, no lo que le convenga a él sino respecto a lo difícil que es jugar al básquet.

-¿Cómo se les explica a los jóvenes que esto forma parte de un proceso y que lo más importante no es un resultado?
-La forma de proyectar un proceso tiene que ver con el convencimiento que tenga el cuerpo técnico, no solamente el que te habla, porque los que estén conmigo, si bien van a tener que seguir mi línea de trabajo, pondrán sobre eso todo lo que ellos saben. Me gusta no dejar pensar al jugador mientras entrena. Cuando juega sí, pero cuando entrena no porque lo queremos llenar de detalles. Hay jugadores que tienen mucha más capacidad y le vas puliendo todo eso. A otros los llenás de conceptos. A ese tipo de jugadores tengo que leerlos y tratar de no equivocarme, tengo que buscarle la vuelta para que tengan más apetito para llegar rápido al objetivo dentro del proyecto. Yo tengo que buscar que tengan cada vez más hambre. Eso se consigue con convencimiento, con acertar la cantidad de minutos de juego que tengan, porque algunas veces vos tenés ganas de que el juvenil juegue pero esta Liga es dura, los roces son duros, entonces ahí nos va a tocar acertar los momentos para que ese tiempo en la cancha sea muy bueno y el jugador se sienta satisfecho y a la vez quiera más. No importa el resultado del juego. Los jóvenes son muy dispersos porque la sociedad les presenta estímulos distintos a los que yo tenía en mi época. El desafío está en volcarlos al trabajo. Es un camino lindo, pero no es tan fácil.

-¿Fue cambiando la manera de ser entrenador?
-Tenemos muy buenos entrenadores en una Liga Nacional que está bárbara. Todo lo que te presenta Internet y las redes sociales te lleva a lo que vos tenés que mejorar y a la competitividad de los entrenadores. De ahí cada uno se adapta a si quiere todo lo moderno o todo lo que aprendió de otro lugar. Lo que yo pienso es que tengo que brindar lo mejor de lo que recogí durante todos estos años. Que le sea útil al jugador y al equipo. El básquet es uno solo, pero cada entrenador tiene sus formas. Como técnico tenés que saber que siempre vas a perder más de lo que vas a ganar. Acá el ganar sería que dos o tres jugadores sean proyecto y realidad para la próxima competencia del club.

-¿Se puede aprender de los chicos o solo se trata de transmitirles conocimiento?
-Más que aprender, me gusta que me sorprendan y aprender de eso, porque ellos se expresan con frescura en la cancha. El jugador me obliga a aprovechar esa sorpresa al máximo.

-¿Qué pensás de los valores jóvenes que tiene Obras?
-Los conozco, estoy informado. Otra cosa es verlos en acción, por supuesto. Espero no equivocarme, pero creo que nueve o 10 de ellos van a trabajar con el Plantel Superior. Mi plan es ese. Yo voy a seleccionar los partidos que ellos vayan a jugar en Capital, porque los de abajo también tienen que subir. Y ahí comienza la competencia entre ellos.

-¿Qué buscás deportivamente para tu equipo?
-Teniendo tanta juventud, obviamente que el equipo va a tener que correr. Para mi correr no es picar, sino hacer circular la bola y buscar acciones positivas con pocas pérdidas. Es un trabajo bastante duro para ellos. Para mi es repetir los ejercicios y que los entiendan. Quiero una defensa activa, de las que se usan ahora, y agresiva. Me gustan las defensas cambiantes. Además llevará una adaptación para el equipo acoplarse a cuatro o cinco extranjeros.

-¿Cuál es la meta máxima que querés alcanzar?
-Quiero que se genere una identificación sobre como juega Obras, como defiende Obras, como gana los partidos y como los pierde, porque está claro que nos va a tocar perder. En lo personal, nunca me contenté con lo que conseguí a lo largo de mi carrera y eso se los hago saber. Siempre quiero más.

-¿Qué tipo de jugadores te gusta incorporar?
-No me gusta traer jugadores que no cumplan más de un rol. Por ejemplo, el cuatro tiene que poder defender a un cinco en una rotación defensiva y a un tres también.

-En el año del centenario, ¿cuál es tu deseo?
-Que tengamos una Liga que cautive al club y a los que vienen a ver los juegos. Eso significará que hicimos un buen trabajo y que los jóvenes entendieron el mensaje y se comienzan a mostrar como jugadores de Obras por muchos años con sentido de pertenencia.

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