Los primeros pasos de los más chicos en una cancha de básquetbol son de la mano de los padres. Los nenes empiezan un nuevo ciclo: la vida del club. Muchos ingresan porque uno de sus familiares ya practicaba la actividad y se relaciona desde una temprana edad. Otros con la simple curiosidad de un mundo por descubrir. Así es el comienzo en el Minibásquet. Se trata de la escuelita donde incorporar conceptos básicos como la unión de grupo y hacer los primeros amigos.
Ariel Berger, uno de los padres responsables de las tiras de inferiores, habló acerca de esta etapa en la que los chicos descubren la disciplina y el significado de ir a entrenar y conocer la competencia.
-¿Cómo se vive el básquetbol desde afuera al ver en cancha a los más chicos?
-Es una emoción terrible. Es como cuando ves a tu hijo dar los primeros pasos cuando tiene un año. Los que fuimos jugadores soñamos que nuestros hijos nos superen y, en algún caso similar al fútbol, que sean jugadores de Liga. Otros queremos que nuestros hijos estudien, sean profesionales y vivan con el básquet, no del básquet.
-Desde la inocencia de los jugadores, ¿qué es lo que entrega cada juego de ellos?
-Es una experiencia nueva. Desde el 2014 hay un formato de cuatro cuartos con tres jugadores por equipo en cancha, para luego convertirse en cinco contra cinco toda la cancha. Esto los hace jugar en espacios reducidos y grandes. Juegan para divertirse, no hay tanteador, no hay maldad ni golpes. Puede haber algún roce propio de la inexperiencia. En la mayoría de las familias es una fiesta. Vienen los hermanitos, quienes muchas veces se enganchan al ver un juego que después se convierte en un deporte con valores. Los abuelos, que muchas veces no entienden las reglas, también quieren ver a los chicos.
-¿Cómo es la semana de un premini a la hora de entrar al club o prepararse para cada entrenamiento?
-En el caso de Obras hay dos grupos: los alumnos del Instituto Obras y los de afuera, quienes son los que se preparan su camiseta NBA, se compran las zapatillas especiales y sueñan con meter un triple o con hacer la jugada de la semana que vieron en la tele o en YouTube. A muchos chicos, los maestros los miran raro porque en los recreos practican con las manos simulando los piques. Pasan la pelota imaginaria entre las piernas y se ponen en posición de tiro. Esta mímica se da mucho en el básquet, como en el tenis con el drive y el revés.
-Ya sea para la jornada, viajes de visitante o encuentros de Minibásquet, ¿qué papel cumple el padre a la hora de colaborar con los más chicos? ¿Qué se realiza por ellos?
-Cada padre lo vive de manera diferente. Algunos van a los entrenamientos y se quedan, otros mientras tanto trabajan por Internet, otros van al gimnasio… Nosotros a los chicos les hablamos de los valores del básquet y que los más grandes cuidan y guían a los más chicos. Es una cadena que no se debe romper, porque después ellos van a ser guías y protectores de las próximas camadas. El Mini es amistad, muchos de esos chicos van a ser amigos y van a compartir el crecimiento juntos, las alegrías y los enojos. Un día, la esposa de un preparador físico le dijo a mi hijo «mirá a tus rivales como futuros compañeros, porque varios de esos chicos podrán estar jugando el año que viene con vos», y se cumplió. Los viajes de visitante son sábado por medio y siempre hay un grupo de padres que los entrenadores conocen que está dispuesto a llevar a los chicos. Una de las mejores ideas que se ha implementado hace más de 40 años es el Encuentro Argentino de Minibásquet. Para el 12 de octubre se espera la recepción de chicos en nuestras casas, y después nosotros devolvemos la visita. Es una experiencia inolvidable. Siempre va un grupo de padres junto a los entrenadores Gustavo (Avellaneda), Emanuel (Fernández) y Pipa (Agustín Diz Ríos). En el 2014 fuimos recibidos por el Club Unión Oncativo, de Córdoba. Fueron experiencias muy fuertes, desde trabajar para juntar el dinero a través de un buffet que el club nos cedió para los partidos de Liga Nacional y Minibásquet. Un grupo de padres nos juntamos espontáneamente y conseguimos la plata. Todos los chicos viajaron sin poner un solo peso. Alojamos a las delegaciones de Oncativo y del Club Atlético 9 de Julio, de Buenos Aires. El Pipa Juan Gutiérrez y varios padres son de allí.
-A pesar que los partidos no se manejan con tanteador, los chicos lo sienten como si fuera la competencia más pura. ¿Cómo lo vive el contexto?
-No hay tanteador pero los padres están pendientes de las jugadas de los chicos. Los ven muy chiquitos correteando con la ropa representativa del club. Los shorts les quedan como pantalones largos y las camisetas se las doblan y se las meten adentro. A los padres les gusta sacarse fotos y publicarlas en las redes sociales. Ellos también disfrutan, acompañan y comparten muy lindas jornadas en familia.
-Obras tiene muchísimos chicos que forman el Mini, ha crecido notablemente el número. ¿De qué manera se organizan para llevar a cabo cada jornada de actividad?
-Sí, este año hemos batido todos los récords en Premini. Tenemos 36 chicos federados. El más chiquito es «Juanma», categoría 2009, y ya ha jugado. Viajó este año a Venado Tuerto a uno de los encuentros previstos para el 2015. Tenemos cuatro entrenadores: Gustavo, Emanuel, Pipa y Tomás (Lamas). Permitime agregar que esto no hubiera sido posible sin el apoyo de Fabián Borro y Diego Ricci, quienes nos dan las soluciones a nuestras inquietudes. Desde el 2013 nos hemos propuesto difundir el básquet. Todos los jugadores y entrenadores pueden ingresar sin cargo a presenciar los partidos de la Liga. Es muy lindo ver 30 chicos con remeras de un club y su bandera, 35 con la de otra y otros colores. Todos comportándose muy bien, sin ningún tipo de violencia. El otro puede ser de un club distinto y estar sentado al lado, pero a los dos nos gusta el básquet y lo podemos compartir juntos. Hay una cantidad interesantísima de chicos y grandes con las remeras, ya sea negra, rosada o la camuflada con los apellidos de los jugadores de la Liga. Hasta se ve en chicos que no eran de Obras pero un día vinieron y se enamoraron y tratan de venir lo más seguido posible. Mi mensaje es que no importa donde estén, siempre hay un gimnasio para jugar. Acérquense y prueben.