Lautaro Berra muestra seguridad y presencia. No solamente por estar más cerca del cielo que del piso con sus 2.05 metros de altura, sino por cada una de sus frases. A los 18 años refleja una cierta madurez personal, lo que no es poco.
El interno de los juveniles, oriundo de Firmat, Santa Fe, hace un repaso por su historia: la dificultad de separarse de su familia, sus momentos en Obras, las enseñanzas de Juan Gutiérrez, los pasos por la selección argentina y su responsabilidad educativa. Y hasta confiesa su gusto por la lectura, que hoy lo tiene sumergido en un libro de ¡Friedrich Nietzsche!
-¿Cómo fueron tus inicios en este deporte?
-Yo soy de Firmat, una ciudad chica que tiene una rica historia en el básquet nacional. Empecé a los seis o siete años a practicar en Firmat Foot Ball Club, no recuerdo exactamente pero sí se que fue entre los dos primeros años de la primaria. Mi hermano Gonzalo, casi dos años más grande, ya practicaba y esa fue una de las razones por la cual yo comencé. Me acuerdo que tenía compañeros que hacían otros deportes al mismo tiempo o que iban probando otras disciplinas, pero yo siempre me mantuve en esta y nunca pensé en dejar. Seguramente influyó mi familia (mamá Andrea y papá Oscar) en eso, ya que les gustaba que los dos hagamos lo mismo.
-¿Cómo fue que se te dio la posibilidad de llegar al club?
-Fue en 2013, yo era U15. Marcelo Travnik (ex jefe de cantera) se comunicó con mi familia para que me autorizaran entrenar unos días en Obras en diciembre. Él quería que venga en 2014 para instalarme y finalizar la escuela, pero yo sentía que debía madurar un poco más para vivir esta experiencia. Por lo tanto, lo que hice fue venir cada dos o tres meses para que los entrenadores de Obras me evaluaran. Y a principios de 2015 me vine a vivir a Buenos Aires para estar en el día a día.
-¿Te costó la adaptación?
-Los primeros tres meses fueron difíciles. Por suerte, en ese tiempo Obras me dejó ir a mi casa algunos fines de semana. Se me hacía duro despedirme de mi familia para volver al club. Era complicado. Pero bueno, a mitad de 2015 me fui acostumbrando. Entendí que el sacrificio que hacía era porque mi familia quería verme bien en lo deportivo. Por suerte todo esto tuvo su premio.
-¿La convivencia con los chicos te ayudó a superar eso?
-El año pasado estuve en la misma habitación con Fernando Zurbriggen, y él cuando me notaba mal me preguntaba y me contaba su experiencia en este proceso. Me habló de la manera de superar esa situación. Ahora estoy con Luca Valussi y siempre tenemos nuestras charlas, sobre todo a la noche cuando no podemos dormir. De esta manera se hace todo más llevadero.
-¿Qué aprendiste siendo parte del equipo de Liga Nacional durante la temporada pasada, donde pudiste debutar y sumar algunos minutos?
-Muchas cosas, todos los días era algo nuevo. Por ejemplo, el «Pipa» Juan Gutiérrez me daba muchísimos consejos. Yo creo que era porque jugamos en la misma posición. Me indicaba los ejercicios tenía que hacer, y en el trabajo invisible me decía que podía aportarle al básquet del equipo.
-¿Con qué momentos te quedás en lo deportivo desde que llegaste?
-No tengo un momento determinado. Creo que todas son buenas experiencias. El año pasado, jugando el Campeonato Argentino U17, no nos fue bien. Pero bueno, yo creo que de esas derrotas se aprende, y esta temporada tenemos revancha en U19.
-Más allá de eso, tu buen nivel te abrió las puertas de la selección. ¿Cómo fue ese recorrido?
-La primera experiencia fue en 2014, siendo U16. Fui a Turquía con Santiago Ibarra y Francisco Barbotti. Por eso cuando llegué a Obras ya los conocía. Eso facilitó la convivencia. A mitad de año fui a un torneo dos categorías más grande a Alemania. Ya en 2015 tuve la suerte de ir al Mundial U19 de Grecia, haciendo gira previa por toda Europa, y al Sudamericano U17 de Chaco. Y este año hice el mismo viaje a Alemania, pero con U18, y hace poco terminamos de jugar el Premundial U19 en Valdivia, Chile.
-¿Cuáles son tus sueños deportivos?
-Mi primer objetivo es jugar la Liga Nacional. Me gustaría adaptarme a ese torneo y, si es posible, que me vaya bien. A partir de ahí se verá como sigue todo. Hay que ir despacio, paso a paso.
-Te llevo a lo educativo. ¿Cómo vas con eso?
-Bastante bien. Terminé la secundaria el año pasado en el Instituto Obras y a principio de este año rendí unas equivalencias por el cambio de colegio. Por suerte, mis viejos siempre me inculcaron que tenía que estudiar. Siempre trataron de que no me llevara ninguna materia. De hecho, en el primario y el secundario no tuve materias bajas, así que en ese sentido siempre desarrollé el hábito de estudiar.
-¿Vas a seguir alguna carrera universitaria?
-Este año no estuve mucho tiempo en Buenos Aires por los viajes, por eso siempre tuve el interés de estudiar a distancia en alguna universidad. Me gustaría seguir abogacía.
-Fuera del básquet y del estudio, ¿de qué disfrutás?
-Yo no soy de salir mucho. Pero, a lo mejor, con Luca, mi compañero de habitación, vamos a dar una vuelta un domingo a la tarde, al cine o a tomar mate a alguna plaza. Por ahí pasa el tema.
-Me contaron que te gusta leer, ¿es así?
-La verdad que sí, este último mes estuve muy metido en la lectura. De hecho me leí dos libros en estas tres semanas. A veces me regalan alguno o me recomiendan. Me interesa mucho. Creo que siempre hay dos horas libres al día en la que en lugar de estar con el celular se puede leer algo.
-¿Qué géneros te interesan?
-Un poco de todo. He leído biografías, novelas, cuentos, muy variado.
-¿Cuáles son los que leíste en estas semanas?
-Leí «Dorados y Eternos», sobre la historia de la Generación Dorada. Después me recomendaron uno de humor, unos cuentos escritos por Germán Beder («La vez que casi me muero y otros relatos»). Y ahora estoy leyendo uno de Friedrich Nietzsche, que se llama «Ecce Homo». Me lo regaló mi primo. Revela el pensamiento del filósofo alemán.