Si hay alguien que tiene un sentimiento especial por Obras es Ezequiel Lamas, hoy kinesiólogo del equipo de Liga Nacional. El «Negro» va al club desde los seis años, fue jugador aurinegro y protagonista del ascenso a la Liga en 1996.
El tiempo pasa pero las ganas de estar adentro de la cancha no se acaban. Por eso, este año Lamas se volvió a poner la camiseta para jugar en el equipo de Maxibásquet +35.
-¿Cómo es tu historia con Obras?
-Estoy trabajando desde 2009 en Obras. Me retiré en 2008 y empecé a trabajar en Lanús, pero cuando me vieron los dirigentes me dijeron si quería venir para el club. Ya van siete temporadas que estoy en el área médica. Estoy muy contento de seguir ligado a esta institución. Es el club de toda mi vida.
-Y ahora te decidiste por jugar en veteranos.
-Sí, empecé este año. La realidad es que fui un par de semanas al gimnasio, me crucé con Diego Ricci y me dijo que estaban armando el equipo. Volver a jugar con él, con quien fuimos compañeros cuando nos dedicábamos de lleno a esto, fue una de las cosas que me llevó a intentar volver. Él me terminó de convencer. Lamentablemente me coincidieron muchos partidos con los de Liga Nacional, así que a varios no fui. Estoy haciendo lo que puedo, esperando que no duela el cuerpo.
-¿Hay una conexión especial con Ricci?
-Con Diego jugamos muchos años juntos, en River cuando éramos juveniles y después en Obras como cuatro años. De hecho, estuvimos en el equipo que ascendió del TNA a la Liga. La conexión la seguimos teniendo, aunque la cabeza manda órdenes pero el cuerpo no responde. Tratamos de disfrutar y de no salir lastimados, porque el físico no es el mismo y hay que cuidar un poco las piernas para trabajar al día siguiente. Es lindo volver a jugar con él y con compañeros de otros clubes con los que no me veía desde infantiles o cadetes. Nos volvemos a encontrar 20 años después. Eso es lo que disfruto de jugar.
-¿Te consultan mucho los compañeros y los rivales por tu condición de kinesiólogo?
-Siempre hay alguno que te consulta algo, pero por lo general trato de jugar al básquet y olvidarme del trabajo. Pero sí, obviamente si surge algo o alguno se lastima somos los primeros en tratar de ayudar. Es lo que sabemos hacer. Igual, por lo general no joden tanto. Se ponen átomo desinflamante y salen a la cancha.
-¿Cómo lo ves al equipo en lo que va de la temporada?
-La verdad que lo deportivo me parece secundario. Si bien cuando vamos a jugar nos calentamos y queremos ganar, lo importante es juntarse con amigos y hacer un rato de ejercicio. Si ganamos mejor, pero no es el objetivo principal. Es bastante relajado. El tema es ir a cenar después de los partidos y repartir diclofenac para todos (se ríe).
-¿Qué virtudes te quedaron de tu etapa de jugador profesional?
-Decir que hoy soy un jugador sería una falacia, porque no me puedo ni mover (risas). Estoy todo el tiempo pensando en no lastimarme y no exigirme de más. A veces la cabeza te pide cosas que el físico no está preparado para llevarlas a cabo. Ahí empiezan los problemas. Así que trato de ir a jugar tranquilo.