El Maxibásquet +35 de Obras se sigue nutriendo de figuras con pasado en la institución. Este año el que volvió fue Matías Pelletieri (37), quien se formó en el club desde cadetes y terminó jugando la Liga Nacional con el conjunto aurinegro en varias etapas.
Además jugó dos años en la A2 de Italia. Pasó por Banco de Cerdeña, Novara y Casale Monferrato. Cerró su carrera profesional en Peñarol de Mar del Plata y luego disputando el Torneo Nacional de Ascenso (TNA) con GEVP, donde compartió plantel con Paco Festa.
Pelletieri habla de lo que significó su retorno a Obras y de la actualidad del equipo.
-¿Es especial volver a Obras?
-Por supuesto. Es mi club, mi casa, donde crecí y debuté en la Liga. Obras es el club que más quiero. Viví mis mejores momentos ahí. Ahora estoy jugando con amigos, lo que para mi es muy importante. Hago hincapié en eso, en compartir el deporte con ellos y luego ir a cenar (se ríe). Con ellos dentro de una cancha de básquet es más fácil pasarla bien.
-¿Cuáles son esos momentos que viviste en el club y te quedaron grabados?
-El día del debut me quedó siempre muy presente. Después el año ’99, cuando Obras llega a su primera semifinal de Liga. Para el club fue mucho, en ese momento era impensado. Yo era muy chico y ese era el equipo de Prigioni, Gabini y Dominé. Esos son los recuerdos más fuertes que me quedaron. Si bien no salimos campeones, era mucho lo que se había logrado. Hacía unos pocos años que Obras había ascendido del TNA.
-¿Mantenés algunos «rituales» con tus compañeros de cuando eras profesional o ya no tanto?
-Son pocos los que repetimos. Es más que nada juntarse y estar cerca del básquet, que es el deporte que todos queremos. Al jugar profesionalmente durante muchos años, sin bien es algo que nos gusta, también es un laburo. Y en algún punto, cuando eso desaparece y vuelve a ser lo que fue cuando uno empezó, que era juntarse solo por el placer de jugar, está bueno. Que te puedas relajar tiene un sabor diferente.
-Me imagino que más allá de pasarla bien, uno cuando entra a la cancha quiere ganar. ¿Cómo lo ves al equipo en relación a eso?
-Tal cual. Poéticamente es muy lindo lo que digo de disfrutar, pero una vez que empieza a correr el reloj y estás dentro de la cancha querés ganar. Al equipo lo veo bien, le importa ganar. Creo que estamos bastante balanceados. Tenemos jugadores que para la categoría, según los pocos partidos que jugué o vi, pueden hacer la diferencia en todas las posiciones. Si hacemos las cosas bien y tratamos de encontrar una química entre nosotros vamos a llegar lejos, aunque a veces es medio complicado que estemos todos. Por lo que vi tenemos chances de pelear el campeonato, ¿por qué no? Veremos como se van desarrollando las cosas con el correr de los partidos. En la primera ronda nos ubicamos bien y hay que seguir así e ir mejorando para los playoffs. Me da la sensación de que hay algunos equipos que tienen un poco más de trabajo. Eso puede suplir cualquier individualidad que tenga el rival, pero en los últimos encuentros creo que fuimos encontrando una idea de juego en los dos costados de la cancha.
-¿Qué es lo más importante que te dejó el básquet respecto a lo humano a lo largo de tu carrera?
-Sin dudas creo que la gente que conocí, que hoy en día son amigos y hasta incluso familia. Va por ese lado. Mis hijas también hacen deporte. La vida de club me la enseñó el básquet. Han cambiado muchas cosas, pero ese amor y el compañerismo que te da el deporte siguen vigentes. Son valores que te acompañan toda la vida. También para laburar o para lo que uno haga el día después del retiro. Todo esto está por encima de los lugares que conocí, por ejemplo. Me enfoco mucho más en lo humano, porque es lo que perdura en el tiempo.
FOTOGRAFÍA: Fernando Sánchez para Prensa Obras Basket