El apellido Raffaelli forma parte de la historia grande de Obras. Es que Carlos Alberto, más conocido como «Chocolate», fue uno de aquellos campeones aurinegros de la Copa William Jones en 1983.
Ya más acá en el tiempo, el que tomó la posta fue su hijo Sebastián, quien hizo un largo recorrido por las inferiores, jugó el Torneo Nacional de Ascenso y, en la actualidad, volvió para seguir disfrutando adentro de la cancha con el Maxibásquet +35.
El escolta, quien ayuda mucho al equipo principalmente a través de sus lanzamientos de tres puntos, se tomó un tiempo para charlar acerca de su retorno a Avenida Del Libertador para jugar con los veteranos.
-¿Cómo se dio tu llegada para esta temporada?
-Se dio a través de Cheky Gazzo y de Fede Perroti, a quienes conozco hace mucho. Ya me estaban llamando hace dos o tres años para que juegue, pero no me decidía. Este año se dio que andaba con ganas y fui a Obras porque es donde jugué prácticamente toda mi vida.
-¿Es especial volver al club donde tu papá hizo historia y vos jugaste mucho tiempo?
-Siempre es especial estar en Obras. Yo me crié en el club desde que nací hasta los 12 años, y después volví a los 15. De hecho, un poco la decisión de volver a jugar al básquet fue porque era Obras, si no no se si hubiese jugado en otro equipo. Vine por la gente conocida y por el cariño que le tengo a la institución. Y sobre todo por los muy buenos recuerdos, primero acompañando a mi papá y luego jugando en inferiores y TNA.
-¿De qué te acordás?
-Tengo lindos recuerdos de los entrenamientos cuando era chico. Pasaba seis o siete horas por día en el club. Después, de grande, los viajes con el plantel superior. También los asados en el quincho y el tiempo que pasábamos en el buffet o viendo los partidos de hockey. Todo lo que era la vida social del club. Todo eso es parte de mi historia.
-¿Qué análisis hacés del Maxi en el torneo?
-Lo veo bien. Hay mucha gente que ya ha jugado en el club y nos conocemos. Solamente falta un poco volver al ruedo, porque hace tiempo que varios no jugábamos. Estamos tratando de acomodarnos para llegar a las instancias finales un poquito mejor físicamente y competir en buenas condiciones. Eso es lo más difícil a esta edad.
-¿Para qué pensás que están en la competencia?
-Creo que hay equipo para estar arriba y tratar de pelear por el título. Habrá que ir viendo cómo estamos de físico y como nos vamos acoplando en los partidos finales del año. Material hay para dar pelea. Por supuesto que después pasan un montón de situaciones que uno no puede manejar, pero lo más importante es que lleguemos sanos a la parte final.
-¿El juego es una buena excusa para disfrutar del tercer tiempo? ¿Lo tomás así?
-Básicamente es por lo que uno se junta a jugar, para estar con gente con la que la pasa bien, que ha jugado en el pasado y que tiene afinidad. En el fondo la idea es transpirar un poco, jugar, divertirse y después ir a comer. Creo que la mayoría de los que jugamos en veteranos lo hacemos para eso y para seguir ligados al deporte de alguna manera. De todas maneras, en la mesa seguimos hablando de básquet…