El Licenciado Germán Diorio, psicólogo deportivo de Obras Basket con una amplia trayectoria en la especialidad, brindó una charla dirigida especialmente a padres de deportistas, en la que profundizó sobre un tema clave: como acompañar positivamente a los hijos para que puedan disfrutar y desarrollarse en la actividad deportiva que eligieron.
-¿Cuáles son los objetivos principales de esta charla?
-La idea es trabajar con los padres para que entiendan algunas cuestiones que puedan llegar a ayudarlos a hacer un correcto acompañamiento de sus hijos dentro del club. La actividad deportiva conlleva un montón de situaciones, sobre todo lo que tiene que ver con las expectativas, el deseo y las proyecciones de los padres. Muchas veces, todas esas situaciones, que por supuesto parten de algo positivo como el amor, a veces terminan traduciéndose en presiones para los chicos, quienes empiezan a sufrir depresión a edades muy tempranas por no disfrutar lo que hacen. Junto a los entrenadores que comandan la cantera pensamos que estaba bueno hablar con los padres para bajarles contenidos que les permitan ver qué cosas hacen sin querer y con las mejores intenciones que tienen efectos negativos sobre sus hijos.
-¿Qué te llevó a armar esta charla? ¿Ves esta problemática muy instalada?
-Esta es una charla que, con algunos matices, doy hace bastante tiempo en diferentes lugares y deportes por esto que vengo observando hace mucho. Me llegan al consultorio chicos de trece, catorce o quince años que no vienen con problemas lógicos como la concentración, el rendimiento, el desarrollo de la creatividad o la interrelación con sus compañeros, sino que vienen con problemas de disfrute del juego porque están pasados de rosca con las presiones que reciben. Hace rato empecé a investigar esa situación y la sintomatología es clara y generalmente parte de qué es lo que hacemos los padres. Yo también hice toda una carrera de padre de deportistas. A veces se le pifia a la bajada del mensaje y sin querer se les complica la vida a chicos que, por la edad, no están en condiciones de procesar ese tipo de contenidos.
-¿Este problema se da más en un deporte y rango de edad especiales o aparece igual en cualquier ámbito?
-No tiene que ver estrictamente con un rango de edad. Se da en todos los deportes y en todas las actividades que estén relacionadas con un desarrollo y una exposición de los chicos. El nene que toca la guitarra o la nena que hace danza clásica deben tener lo mismo, la diferencia es que el deporte es una cuestión muy visceral y pasional, que pone a los padres ante una situación de proyectar sus deseos y frustraciones, o prologarse en sus hijos a través de una actividad deportiva. Como eso genera competitividad y a los padres nos gusta habitualmente acompañar a los hijos cuando juegan y hacen deporte, termina metiéndole condimentos a la ensalada que complican a los chicos. Cada deporte tiene una problemática diferente, de acuerdo a cual sea la situación social. No son lo mismo el fútbol, el básquet, el rugby y el tenis, pero en todos el común denominador es la presión.
-¿Cómo se hace para solucionar esto?
-En realidad es un problema educativo grave. Hay que erradicar al padre puteador de la tribuna, pero es muy difícil. Cuando yo trabajo con el jugador, lo que trato de hacer es que aprenda a trabajar su nivel de autocrítica por encima de lo que le dicen los de afuera. Y cuando tenemos la posibilidad de trabajar con los padres del club tratamos de que entiendan que algunas cosas que ellos creen que están bien, como alentar al chico, hablar todos los días en la casa del entrenamiento, del profesor o del compañero, a ellos no les hace bien, porque va a terminar con que el pibe se sature y largue el deporte o no llegue al nivel que desee.
-Teniendo en cuenta que es complicado erradicar al “padre puteador”, ¿cómo se trabaja desde lo mental en el chico para que trate de abstraerse de esas presiones externas y pueda rendir tranquilo y disfrutar?
-Es cuestión de ponerlo en caja, de que el chico se de cuenta donde está, que está en un club muy importante como este, que tiene un desarrollo y que necesita rendir. Papá te va a alentar y te va a hablar, con mayor o menor conocimiento. Con el tiempo, la idea es que el chico logre ponerse por encima de todo eso. Papá es un condimento más y lo que tengo que hacer es tratar de aplicar en la cancha los conocimientos que me dan desde el banco. Es trabajar el foco y que el chico aprenda a elegir a qué estímulo va a responder.
FUENTE: Emilio Hamilton para Prensa Obras Basket