En los últimos tiempos, el crecimiento de Obras Sanitarias como casa del básquetbol en Sudamérica se ha elevado a límites insospechados. Ya no se trata solo de sumar, formar y exportar talentos emergentes de distintos lugares del continente, sino que la evolución ha llegado abrazada a la calidad y cantidad. Infraestructura, enseñanza y talento convergen en una película de excelencia continua.
Eso es Obras Sanitarias hoy: cultura de básquetbol en ritmo evolutivo. Un círculo de riqueza integral que empieza a edades tempranas y se retroalimenta en las diferentes áreas para alcanzar el éxito, tanto en ramas femeninas como masculinas. De Minibásquet a profesionalismo sin escalas. Profesionales en todas las áreas, instalaciones de primer nivel y sueldos al día, hacen que solo se piense en salir y jugar.
El básquetbol y la educación, además, se han erigido en columnas fundamentales de la institución. Ambos ejes se complementan para alcanzar el éxito dentro y fuera de la cancha. Un jugador formado con el ADN Obras es un jugador mejor. Fernando Zurbriggen, el último de los jugadores exportados el exterior -hoy juega en Obradoiro de Liga Endesa- es un claro ejemplo de esto: recibido de profesorado de Educación Física al mismo tiempo que se desempeñaba como estrella de la Liga Nacional. No solo se puede crecer fuera y dentro de la cancha: es algo que nos debemos como misión todos los días.
Lo que pasa dentro del club hoy se vislumbra fuera. Las horas de entrenamiento, el esfuerzo dirigencial diario y la cantidad de detalles a seguir de cerca han hecho que Obras compita con todos y todas, en casa y de visita, muchas veces al mismo tiempo.
Se trata, entonces, del único proyecto del país de formación integral y desarrollo deportivo de jugadores y jugadoras. Pertenecer a Obras es competir contra los mejores siempre. Y por ende, crecer en ese camino virtuoso.
No hay que irse lejos para encontrar los ejemplos positivos. La cantidad enorme de atletas que viajan por el país representando al Rockero seduce y contagia: en Rosario, Obras se presentó, con éxito, con dos equipos para competir en la Liga 3×3.
No solo eso: al mismo momento, el Rockero en rama masculina, que ya venía de participar en la Basketball Champions League, jugó la Liga Federal frente a River Plate, la Liga de Desarrollo ante Boca y la Liga Nacional nuevamente ante el Xeneize. Y si hay algo que tiene Obras es que siempre la mujer está en primer lugar: no es casualidad que el club haya jugado todas las ediciones de la Liga Nacional femenina, incluyendo la 2022 en curso que ya tuvo partidos ante Catamarca Básquet en el debut y ante Quimsa en la continuación.
En la semana que pasó, Obras movilizó más de 100 jugadores y jugadoras de diferentes categorías por las distintas rutas de la República Argentina. Todos los planteles cuentan hoy, como corresponde, con cuerpo de entrenadores (principal y asistentes), equipo médico, kinesiólogo y utilero. Esta manera de hacer las cosas no es excepcional; es un hábito que enriquece a todos los que forman parte de la institución. Viajar, competir, jugar y crecer han sido aristas de un póker de excelencia que empezó para nunca más detenerse.
LO QUE VIENE PARA OBRAS EN EL FUTURO CERCANO
La semana en curso trae nuevos ejemplos para seguir de cerca. El Templo del Rock regresa como epicentro de la competencia de los cestos. El miércoles será turno de la Liga Federal ante Pinocho y el fin de semana Obras retornará a su rol de anfitrión para las ventanas FIBA, en las que la Selección Argentina jugará ante Venezuela y Panamá de cara al Mundial que se jugará en Filipinas, Japón e Indonesia en 2023.
Del 14 al 16 de marzo de este año, además, Obras será sede de la tercera ventana de la Basketball Champions League. El 14 abrirá la semana con Minas Tenis Clube de Brasil y el 16 concluirá la primera fase con Biguá de Uruguay.
La potencialidad de Obras como institución y club de básquetbol no se detiene. Con nuevos desafíos en marcha, y la excelencia como meta en continuado, el Rockero avanza, suma y crece.
Siempre crece.